Y en mi caso, se puede aplicar perfectamente.
Mis inicios sobre dos ruedas (con motor), fueron con una Derbi FD de 50cc. Se podía decir que una perfecta mini enduro.
Allá en los caminos y pistas que circundaban el Encinar y acompañado de Edu y su Vespino ALMX, Miguel con su RV, mi “brother” con la misma, y los demás colegas con motos similares de 50 o 75, se empezaron a tejer los primeros hilos de una afición que llega hasta ahora.
Con estas motos aprendimos mucho, y disfrutamos mucho, en todo tipo de terreno.
A veces alguno de los aventajados nos dejaba probar algún pepino. Recuerdo especialmente la Sherpa 350 del de la cafetería, ¿Álvaro?, y la H7 de Antonio.
La FD, la trucamos y se convirtió en un tiro, y una gozada, con la que seguimos aprendiendo.
Entonces llegó el periodo de carretera.
Que estuvo salpicado con pequeñas incursiones camperas, gracias a los amigos, que han ido dejándonos sus hierros, para darnos más “droga” de campo.
El quad 350 2T Yamaha del primo de Edu, la Husky de Iván, la Ktm de Emilio, y la Cr de Ángel. Que junto con alguna trail-enduro probada en algún salón de exhibición, han ido marcando los tacos más profundos en mi cabeza.
La bici de descenso y en general la bici de montaña, fue y sigue siendo una manera de disfrutar la pasión del campo sobre dos ruedas y una escuela impresionante.
Pero tenía clavada una espinita desde hace mucho tiempo.
Ya había hecho varios intentos en los últimos años, pero sin suerte, por unos motivos u otros.
Y por fin, hace unos días, y después de liarme la manta a la cabeza, y no darle muchas vueltas, me he regalado, para cumple, un pepino de 250 y 2T de Enduro, una EC250, negra y roja, ¡preciosa!
Un sueño cumplido...
¡¡A buscar el siguiente y a disfrutar del ahora!!
P.d.: por supuesto, esto no es ni mucho menos un adiós a la carretera, que me sigue apasionando tanto o más.
Y aunque a algunos les pesará, espero que tampoco sea un punto y final en mi intención de disfrutar motos de todo tipo.
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