25/10/10

Salsa agridulce.


















Como en los chinos.
Este fin de semana “ruteando” hacia Cuenca y por Cuenca, nos ha dejado un sabor muy dulce, pero justo, la última pipa, amargaba.
Y paso a relatar los hechos que nos atañen.

Sábado.
 10:00h, plaza de las ventas de Madrid. Empieza a llegar todo el mundo. Miguel, Olga, el menda, Manuel, Alex, David, Jaime y señora, Montes y Mónica. Oscar se incorporaría por la tarde.
Salimos hacia la A-2, dirección a Santos de la Humosa. Donde nos desviamos hacia el sur y empezamos a trastear por esas carreteras. Buen ritmo, tranquilos, y conociéndonos. 

Un poquito de frío hacía, pero sin dar problemas. El día soleado ayudó.
Primera parada en Pastrana, para almorzar/re-desayunar, un poquito de cháchara.
Emprendemos camino, hacia Sacedón y Buendía, parando en la presa un ratín.
De ahí, ya hacía Cuenca, con una mini parada en el mirador de Navalón, para estirar las piernas.
Atravesamos Cuenca, y nos dirigimos a Palomera, que es donde tenemos el restaurante, empieza a adivinarse la orografía conquense en toda su belleza.
Comemos copiosamente, productos de la tierra, y reposamos la comidita.
Sobre las 17:30h, llegamos al hotel en Cuenca, donde ya nos espera Oscar, nos aposentamos, y nos vamos a dar una vuelta por la ciudad. Disfrutando del paseo, con sus casas, puentes y demás. Una paradita para unas cerves, y otra para unas raciones, y a la piltra.

Domingo.
A las 9:00h quedamos para desayunar, y sobre las 10:00h ya estamos listos para partir.
Hacia Tragacete y el nacimiento del río Cuervo. Con una paradita intermedia en el Ventano del Diablo. La sierra conquense no nos defrauda, y disfrutamos de vistas y paisajes inigualables. Así como de trazados súper divertidos y en buen estado.
Ritmo fluido y tranquilo.
Paradita en el nacimiento del río Cuervo.
Como vamos mal de tiempo, acortamos sensiblemente la ruta, y tiramos para Beteta y posteriormente a Sacedón, donde hacemos la comida, a base de pollo asado y conejo, en un sitio especializado en estos manjares.
Al salir de Sacedón, se despide Jaime con su chica, que vuelve por la 320, y nosotros continuamos trillando por carreteras secundarias.
Hacia Pastrana de nuevo y a Hueva.
Y nada más pasar Hueva, nos tocó la pipa amarga. Afortunadamente fue de esas que no dura demasiado el amargor en la boca.
Yo iba el último, como casi todo el fin de semana, cuando en una curva a derechas, empiezo a ver motos frenando y polvo, y lo que parecía una moto y una persona en la cuneta izquierda.
Instintivamente, me pareció que no había sido grave, pero mientras dejaba la moto iba diciéndome: “que no sea grave, que no sea grave”.
Y gracias a San Pitopato no lo fue. Ove se había salido recto, y había dado con sus huesos y los hierros de su Sussi en la cuneta. Él con la clavícula tocada, la moto con algunos desperfectos de plásticos y el faro cascado.

Nos organizamos rápido, y nos apartamos a un camino cercano. No había cobertura y a uno de los coches que paró, le dijimos que avisara a la GC, poco después Oscar subió con la moto para buscar cobertura y avisar a la grúa.
Mientras, Ove nos deleitaba con sus ida de olla, y le quitaba hierro al asunto.
Llega la ambulancia, espectáculo de Ove. Se van con él José y Mónica al hospital.
Al rato, llegan los picos, les explicamos un poco. Oscar y Alex se quedan esperando la grúa.
Y yo cojo a Olga, que tenía que recoger a Diego, y la acerco a su casa.
Manuel y Miguel van a casa del primero, y con el coche se acercan a Guadalajara, al hospital.
Parece que en el hospital Ove dio otro pase extra, y la lío igualmente.
Manuel acerca a Ove a su casa, con la clavícula inmovilizada y rota.
Al final, tres o cuatro semanitas de asueto (con el culo de mal asiento que es el colega, serán 2 ó 3) y la moto, aparentemente, sin grandes estropicios.

Un fin de semana, francamente chulo, empañado por esta última experiencia, que afortunadamente, no fue nada.
Un abrazo a todos, y nos vemos en la próxima.


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