Detrás de la benemérita.

Esté sábado, viendo que mis horarios no iban a ser regulares ni predecibles, decidí largarme tempranito a dar una vuelta con la Lola.
Sobre las 10 ya estaba enfundado en mi mono y con toda la parafernalia puesta.
Esta vez quería subir a Ávila por un sitio que mil veces había visto como alternativa, pero que nunca habíamos intentado. Pero como Oscar se lo hizo hace poco y sus impresiones fueron positivas. Pues a confirmar todo esto tocaba.
Salidita habitual, de Méntrida a Aldea y de ahí a la 501, en este tramo, justo en Aldea, entran delante de mi una parejita de la GC con sus flamantes RT. Así que el menda, pues detrás, a ver como trazan.
Yo, a la misma distancia que el segundo guardaba del primero y a darle al puño.
Primero decir que es una vía limitada a 90 con los tramos de curvas con limitación a 60.
¡¡No respetaron esta velocidad en ningún momento!! Y subieron ligeritos, y yo detrás, claro.
Se puede subir bastante más deprisa, pero iban por encima de la media, y el que me precedía tumbando a saco y aprovechando toda la carretera, con alguna excursión unos centímetros más allá de la divisoria de carriles.
No me dijeron ni mu y ellos tiraron para el pueblo y yo para la 501.
Después, la habitual, Colmenar de Arroyo, carretera hacia Robledo, a medio camino, hacia Cebreros, de ahí al Tiemblo, el Barraco y Navalmoral de la Sierra. En Navalmoral coger el desvío a Ávila, por el puerto de Navalmoral. Y como dicen ahora, “cremita”. Carretera estrechita y en buen estado con vistas impresionantes y curvas de todo tipo. ¡¡¡Precioso!!! Disfruté como un enano, y pasará a formar parte de mis saliditas habituales. 30 km de curvas con tráfico mínimo.
En Ávila paradita para meo y sopa y para abajo de nuevo, por la de San Bartolomé de Pinares. Otra carretera de flipar y muy, muy poco transitada. Llegada a Cebreros, subir a Hoyo de Pinares, de ahí a Robledo y para casita, después de casi 300 km , justo a tiempo para ver como Rossi volvía a impartir una lección magistral.