26/11/07

Arrebatacapas





















Otro finde que por unas cosas u otras se lía, se lía y al final los dos días, prácticamente, sin bajar de la moto.
Sábado, aprovechando que ya empieza a hacer fresquete, pues plancho un poco más la oreja.
Caminito de Méntrida, ya a eso de las 9:30h.
Entre unas cosas y otras, hasta las 11:20 no salgo, configuración de invierno: cullotte largo debajo del mono, y camisetas térmicas.
Toca ir a casa de John a ponerle un poquito de precarga a la Lola delante, pero por no hacer aburrido el paseo, pues me voy dando una vuelta.
La salidita habitual hasta el Escorial, Aldea, Navas, Robledo. Después para Guadarrama y hacia Navacerrada.
Hacía fresquito, pero soportable, pero según me aproximaba al puerto, se podían ver las nubes muy bajas.
A esa altura ya el frío empezó a molestar y los vehículos lentos, que me hacían mantenerme a esas temperaturas más de lo deseable.
Hasta pasado Cotos no desapareció la niebla, y se hizo menos molesto.
Paradita en el Paular para coger temperatura, y a subir a Morcuera.
Bonito paisaje el de otoño en la sierra, predominando los ocres por todos lados.
Eso sí, ya hay sal a manta y hay que tener cuidadín con algunos montoncillos.
Siempre a ritmo tranquilo, más por el estado del piso que por otra cosa y disfrutando de lo que me rodea.
En Miraflores, la carretera normal y por no retrasar mi llegada, autovía hasta Algete, de allí a Daganzo, 10 minutos, y justo para la comida rica, rica que se curró Manuela.
Sobremesa relajada y en 15 minutos solucionamos lo de la precarga.
Aparecen las de los gatos, que tenían dos “caricias” dadas con gusto y dejan un par de felinos más en casa del inglés, ya son 3.
Muy a mi pesar dejo la agradable compañía, más que nada por no volver sin luz, y tiro de M-50 para llegar prontito.
El plan de cine se cae, que dado el cansancio acumulado, tampoco me viene mal. Y a estar tirao toda la tarde.
Domingo, como el Miguelito quería probar sus nuevas gomas (BT14 delante y BT20 detrás), hice el “esfuerzo” de coger también la moto.
A las 11h en la gasolinera de Pelayos, con la inclusión del caballero paracaidista Palou entre los asistentes.
Cafecito para calentarnos y en marcha.
Dirección Robledo, Hoyo de Pinares (sustito por mi parte por el puñetero suelo ondulado y un pequeño zippp de la rueda delantera en pleno apoyo), Cebreros, y ahí a la derecha por Arrebatacapas (que hace honor a su nombre). Despejado, pero fresquete, como el sábado. Y las zonas de sombra con humedades sospechosas. También zonas con mucha sal.
Un pajarraco inmenso que nos deleita con su planeo unos 10 metros por encima nuestra y los paisajes inigualables de estos puertos solitarios.
Bajadita a San Bartolomé, con cuidadito, demasiada sal. Y paradita en el puente de antes del siguiente pueblo para un meo y comentar la jugada.
De ahí a Ávila, del tirón, y el Miguelito decide tirar en la subida.
Parada en Ávila, en el bar de siempre, y claro, el irrenunciable bocata de chorizo, esta vez frito, cae sin compasión.
El abuelo aprovecha para poner un huevo y aliviarse.
Aquí nos separamos de Edu, que quiere llegar rápido a Madrid.
Nosotros bajamos hacia Navalmoral, y aquí vemos la mejor estampa del finde. En la cima del puerto, toda la llanura a nuestra vista, completamente helada, los árboles y matojos con una escarcha blanca que los hace de cristal y nos regala una imagen de postal. 5ºC.
De Navalmoral a Burgohondo y Navaluenga.
En el tramo de curvas coincidimos con dos motos, que van bien, fluidos, pero que decidimos pasar. Sin alardes y macarradas. Ellos siguen a su bola.
Y es en el Burguillo, cuando estamos haciendo las últimas curvas antes de la bajada y cuando adelantamos a un enlatado, cuando una ZZR1400 nos adelanta, metiéndonos un buen susto.
Apretamos los dientes y a por él.
En las curvas no aguanta, pero en cuanto tiene recta le da al botón de la velocidad absurda (gira la muñeca) y se marcha. Adelanta en continua a 3 ó 4 coches, y Miguelito, en la bajada del puente tocho, antes del Tiemblo, decide ir a saludarle.
Yo a la expectativa, veo como en una curva a derechas, por el exterior, se le acerca, le dice “¡hola, muy buenas! y adiós”.
Después nos reagrupamos y seguimos a nuestra bola, camino del Encinar, donde entramos a ver si está su hermana y de Méntrida. En la urbanización nos despedimos.

1 comentario:

PISKUETO dijo...

La madre que os parió ¡¡¡

Cada vez que leo esto me dan ganas de comprarme una mecatecno de esas pequeñitas y amarillas